Ella es la "Sombra Blanca" danzando bajo la luz de la Luna, al son de las melodías que surgen dulcemente de las flautas mágicas de Faeryland. Allí por donde ha pisado, quedaron blanquísimas flores con forma de estrella, su rastro de encantos y perfume. Ella sueña y baila entre las constelaciones y nebulosas, más allá de las que conocemos los mortales. Las hadas aman danzar. Su música es la más cautivadora jamás escuchada por los oídos humanos, triste y dulce a veces, profundamente sensual otras, tranquila un momento y alocada al siguiente, o alegre como campanillas estelares, agitadas por una brisa de alas irisadas... Las Damas Blancas son criaturas luminosas, bellas Hadas que bailan bajo la Luna, tan hermosas como su música, trazando dibujos de luz y color por donde pasan en su danza. Algunas gustan hacerlo en círculos, delimitando anillos de susurrantes hierbas, marcando el sitio de sus reuniones en la noche, y despertando el amor en cuanto hombre mortal las vea en tan maravilloso pasatiempo.
Las Hadas florecen en el atardecer, entre el día y la noche, el espíritu y la materia, la vigilia y la inconsciencia. Al llegar la noche profunda, como flores nocturnas, brillan y perfuman el aire con su esencia, irresistibles, volátiles, tenues... Moran allí donde todas las cosas son posibles, donde se encuentran el pasado y el futuro como meandros de un mismo río, mixturando los ingredientes secretos de nuestro espíritu con los aún más secretos del mundo mágico. Gwenhwyfar es el Hada que gira, extendiendo los brazos en la danza feliz y atemporal, dejando volar el cabello mezclado con viento. Ella es el alma del que baila, que vive en el movimiento, que se escapa de su cáscara humana elevándose hacia un universo de estrellas y de sueños.
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